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LIBRO DE LA FANTASÍA - GIANNI RODARI - BLACKIE BOOKS

$6.750
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Sobre el libro

NO.Sensato lector: no lea este libro. Devuélvalo ahora mismo a la estantería. No es una cosa seria: se trata tan sólo de una recopilación de inocentes fábulas para niños que escribiera un tal Gianni Rodari (1920-1980), “ex seminarista cristiano convertido en diabólico”, según lo definió el Vaticano en el auto de excomunión. Un insensato, vaya, que pensaba que hasta los objetos más comunes encierran secretos, y los cuentan a quien los sabe observar, y que era capaz de afirmar que ya no hacen falta príncipes ni hadas, ni brujas ni castillos: las fábulas surgen hasta de la realidad más gris, de la obviedad cotidiana, del problema social o de la trivialidad de la vida familiar. Basta con mirarlo todo con un punto de ironía, y jugar (¿o no es un juego?) a infringir las reglas a través de la invención y la imaginación.

BASTA. Deje este libro donde lo ha encontrado. No es para usted. ¿Para qué va a querer saber de la suerte de una violeta en el polo Norte, o qué le ocurrió al cangrejo que decidió caminar hacia adelante? ¿De verdad piensa que tienen algún interés los acontecimientos del Planeta de los Árboles de Navidad? ¿Acaso le incumbe la lista de medicamentos que todos los días engulle, con maniática puntualidad, el barón Lamberto (¡sí, el que érase dos veces!)?

NO SIGA. No vaya a ser que ese loco bajito que usted fue una vez, y al que tanto costó domesticar, no esté domesticado del todo… Quizás sólo esté dormido, y ahora puede despertarse, proferir un largo e irreverente bostezo, y tomar el control. Aténgase a las consecuencias.


Gianni Rodari
Omegna, 1920
QUIÉN ES:
Gianni Rodari nació en el Piamonte italiano el 23 de octubre de 1920 y murió el 14 de diciembre de 1980 en Roma. Fue niño, periodista, maestro, pedagogo de la fantasía, militante comunista y revolucionario de la literatura infantil. Y de la literatura, a secas. Porque aunque en 1970 recibió el premio Hans Christian Andersen, también llamado el Pequeño Nobel, todo el mundo sabe que, por fortuna, los lectores de Rodari no tienen edad y cada día crecen en número. Hijo de panaderos, supo que la creatividad puede aprenderse e incluso enseñarse, que la imaginación debe ocupar un lugar en la educación.

Nunca aburrió a sus alumnos. Tampoco a sus lectores.

Su militancia podría resumirse en una sola consigna: la imaginación, que crea y transforma. «Si dispusiéramos de una Fantástica, como disponemos de una Lógica, se habría descubierto el arte de inventar». La frase es de Novalis, pero sirvió a Rodari para prologar su célebre Gramática de la fantasía. Allí explica cómo inventar historias y, resumiendo mucho, cómo acercarse a la realidad a través de la fantasía. Y no necesariamente para escapar de ella. La Fantástica no debía imponerse como la geometría o la economía, pero Rodari entendía, quería entender, como hombre comprometido, que la realidad es maleable. Por eso buscaba que niños y adultos descubrieran la capacidad de las palabras para crear mundos. Eso que, a fin de cuentas, es lo que hacen los buenos libros. Eso que ojalá siga ocurriendo en cada reedición de su obra.